Como no hablan nuestro lenguaje, como no sienten con nuestros corazones, como no viven con nuestros cuerpos, como no alientan con nuestras gargantas, como no sufren con nuestra piel y como no es su culpa, paso a explicarle a esos señores el significado de tener una bandera de tu equipo.

Una bandera comienza como signo de la institución. Nuestra primera bandera de nuestro equipo es la institucional, es la que adorna un sinfín de casas en nuestro país, y la que sorprende nuestra atención en tierras extranjeras. Esa es la bandera que nos une a todos los hinchas de Peñarol, es un pedazo de tela que hace vivo lo inexplicable que es Peñarol

Pero más profundo en la piel del hincha están las banderas personales/grupales. Esas banderas que se hacen con mucho esfuerzo y se cuidan a capa y espada. Esa bandera que es un integrante más que va al estadio. Si habré dicho “si no va la bandera, yo no voy”. Declaración extrema de amor a un pedazo de tela. ¿Qué locura no? Ellos nunca lo van a entender.

Pedazo de tela que esconde identidad, que esconde unión, que esconde mil y un partidos. ¡Si la bandera hablara! Cuántos jugadores vio pasar. Cuántos partidos increíbles en su cara, cuántos momentos inolvidables en donde la hinchada vibraba como nunca. Y cuántos momentos malos donde nuestra bandera era una guerrera en la tribuna;  como un silencioso grito de “¡Peñarol, nunca te voy a dejar, acá estoy yo!” .

Tiene lluvia, sol,  frío, y sin fines de climas. Con intención de que sea la más linda en el alambrado la dañamos con un rasguñón de púa, que lo sentimos igual que si nos lastimara a nosotros. La bandera somos nosotros en tela. Es mi grupo en tela, es mi barrio en tela, es mi sentimiento en tela. ¡Es expresión! ¡No corten la expresión de la gente! ¡No apaguen la expresión de la gente! No hay nada más lindo que ver a cualquier individuo expresar sentimientos positivos, como los que vemos en una bandera. No apaguen la llama del hincha señores de escritorio.

Banderas que esconden viajes en avión, en barco, en bus, en auto. Banderas que esconden mil y una anécdotas. Banderas que hacen malabares para poder entrar en estadios donde se las prohíbe como criminales. Banderas que esconden olor a asado, y que alguna vez entre la algarabía de amigos de cancha bebió alguna cervecita o algún vinito.

Banderas como escudos, banderas como estandartes de la hinchada. Banderas que dicen “Acá está la hinchada de Peñarol”. Banderas que hacen hablar a una tribuna. Banderas que expresan arte, arte para ingeniárselas para que quede perfectamente colgada, arquitectura para que la panorámica de la hinchada sea la mejor desde lejos, horas enteras destinadas a pensar cómo diseñaríamos una banderas, y otras tantas horas lleva a la acción esa idea.

Banderas que tienen su lugar ganado en el Estadio. Banderas que se repiten una y otra vez. Banderas que suman años. Banderas que suman respeto, banderas que despiertan admiración y banderas que despiertan alegría: “¡esta bandera está siempre!”, “va a todos lados este trapo”, “qué buena frase, me siento identificado”. ¡Lo que despierta un pedazo de tela! Hablan y hablan de prohibir banderas, pero no hablan nunca de lo que es una bandera para un hincha.

Un pequeño homenaje a todas las banderas del Club Atlético Peñarol.  Herramienta inigualable para expresar lo que nos llena de felicidad, nuestra alegría de cada día. Nuestra huida a los problemas del diario vivir…

Quien lo siente lo sabe.