Pensando me pregunto qué es lo que me mueve a ir a Guayaquil en abril  a ver a Peñarol. Todo en contra. Gasto económico elevado, preocupación familiar, tierra desconocida, posibles problemas laborales para pedir los días, y algunas cosas más que surgirán cuando se aproxime la fecha.

Volviendo de Colonia, y luego de charlar con los locos fieles de siempre, me retumbaba en la cabeza si debía o no debía ir a Ecuador a ver a los colores de mi alegría. Sinceramente mi pasar económico en la actualidad no me permite decir con soltura “sí voy”.  La dificultad para obtener la financiación del viaje aniquiló muchas veces mis ilusiones. Sin embargo hay algo que late muy dentro mío, que está lejos de mi control. Peñarol es mi felicidad, no hay alegría más grande que estar en la tribuna alentando/mirando/aguantando a estos colores. Está más allá del rendimiento de los 11 de turno, más allá del dirigente que gobierne nuestro club, y del esfuerzo económico que haya que hacer para ir a verlo. Colonia y Flores, fueron un caldo de cultivo para sembrar la ilusión –esta vez imparable- de dar el «okey» para ir a Ecuador. Venimos acá para ser felices, venimos acá para estar satisfechos con nosotros mismos. ¿Y si hay algo adentro mío que dice que tengo que ir, por qué prohibírmelo? Uno no sabe cómo, como tantos otros fieles locos, realiza estrategias para poder realizar el viaje, y deja que la pasión fluya.

Nadie, o muy pocos lo entienden. Quizás esos fieles locos, los mismos con los cuales charlás, y los únicos que no te dicen “¡Estás loco! ¿Vas ir a Ecuador a ver a Peñarol?”. Todo lo contrario son los que te dicen “¿Vas a Ecuador? ¡Dale, andá, somos un buen número!”. Y esto es otro elemento que carbura en mi mente, esos fieles locos son ese combustible para tomar decisiones locas. Porque aunque uno tenga todo el amor del mundo, no tiene nada que ver sentirse comprendido por otros que vagar solo por el mundo. Nos retroalimentamos, se acercan las fechas, y es inevitable hablar sobre el tema… De nuevo me pregunto… ¿Qué es lo que me mueve? ¿Qué es eso que tengo adentro que grita “tenés que ir”?… Mi felicidad. Como dice ese tema que tanto y tanto promete y que algún día cantará la Ámsterdam entera: “Yo te sigo, siempre voy a estar contigo porque a tu lado yo soy feliz”.