jugar-por-la-gloria

Partamos de una premisa básica y axiomática: en mayor o en menor medida, cada hincha de Peñarol es un jugador frustrado de Peñarol. No necesariamente un jugador de fútbol frustrado pero sí un jugador de Peñarol que no pudo cumplir uno de sus sueños de niñez. Porque uno de chico, por lo menos en mis tiempos, no quería ser el “10” del Real Madrid ni del Barcelona, quería ser el “9” de Peñarol o de algún cuadro de la vuelta. Por eso alentamos como queremos que corran, por eso nos agarramos la cabeza cuando hubiéramos querido cabecear, por eso mismo jugamos a adivinar a dónde va a tirar el penal el rival. Debe ser que algunos quisieron ser goleros carboneros y tampoco llegaron.

Vamos por la vida y aunque nadie te lo diga, sabemos que debajo de la camisa del hombre de oficina late una camiseta rayada que no puede usar para trabajar, que el pistero de la estación usa el verde y el amarillo pero le gustaría defender el amarillo y el negro y así somos. Entonces, si fueras millonario y si tuvieras la habilidad y si pudieras jugar en Peñarol ¿qué harías de tu vida? Yo sería jugador de Peñarol. Si reencarnara y pudiera elegir, sería jugador de Peñarol para clavarlos en un clásico y festejar con toda la hinchada. Yo jugaría a la pelota pero jugaría en Peñarol.

No lo soñaría, no lo declararía, no lo barajaría ni lo pensaría, jugaría en Peñarol casi por respeto a todos los que no pueden hacer y que, aparte, apenas tienen que laburar doce horas para llegar a fin de mes.

Es por eso que nunca entendí lo de “sueña con jugar en” pero juega en un cuadro europeo de segunda. No quisiera tener un partido homenaje con el plantel de Peñarol porque cuando pude preferí ser millonario y no jugar en Peñarol. No jugaría en el Parma porque el Parma nunca le ganó a nadie. No me hubiera ido a Japón a descender ni a salir campeón porque salir campeón en Japón tiene la gloria de una Copa Bimbo. No hubiera jugado en cuadros que ni recuerdo porque no me interesan los camiones. Si yo tuviera piernas y dinero jugaría en Peñarol, igual que vos.

Claro que yo no tengo ese ritmo de gastos que mantener, yo no quiero comprar una campera de 2.500 dólares ni me interesan las remeras que dicen AX. Yo no quiero regalar hectáreas de amor. Yo pienso que la vida pasa y que un día me voy a arrepentir porque nunca volví para jugar para ser eterno. Porque ni tengo idea de cuál es el clásico del Osasuna y porque nunca salieron héroes que recuerde mi país de esos partidos. Sí salieron héroes de los clásicos de acá y hasta el último día, millonario o no, todos los manyas vamos a reconocer en el Tito al capitán de capitanes y ese es un título que solo se compra con el metal de las copas y con ninguno más. Así los Morena y los Indio Olivera que no sufrían “fatiga muscular”.

Entonces, ¿por qué no venís a jugar por la gloria de tu equipo si la guita ya la tenés? ¿Cuánto es suficiente? ¿Tres millones? ¿Veinte millones? Acá no hay plata, de eso ya tenés un montón, acá te espera la gloria y una foto eterna donde estás vos abrazado a la sexta. Ese lugar, en esa fotografía que todavía no se tomó, es el que todos quisimos llenar cuando éramos chicos, ojalá lo puedas ocupar vos.