El manya necesita, mañana más que nunca, volver  a vivir una noche mágica de Copa, de esas inolvidables, de las que quedan para el anecdotario.

El destino nos pone de nuevo a Vélez Sarsfield como uno de los principales protagonistas en esta historia. Digo de nuevo porque si de noches mágicas hablamos, la última vivida sin duda fue la del Amalfitani en la semifinal de la Libertadores del 2011. Está claro que Peñarol debe ganar por tres goles y que sin esto, de nada servirá todo el resto, pero más que el triunfo del carbonero (el cual doy por descontado, sino no escribiría esta nota), dependemos sobre todo del triunfo del equipo argentino.

La previa no viene bien barajada. El “fortinero” jugó el fin de semana pasado con su equipo titular en el empate a 1 con San Lorenzo y todo hace pensar que la rotación de plantel se verá justo en la definición del grupo ante Emelec. Los ecuatorianos saben que de no perder estarán en octavos, y tendrán al reloj como principal aliado. El argumento de que Deportes Iquique está afuera y juega por nada se desvanece ante la posibilidad que tienen los jugadores chilenos de mostrarse para la TV ante todo el continente. A nadie le gusta perder y que lo goleen sin siquiera intentar defenderse.

A esto le debemos sumar que no venimos nada bien, los últimos rendimientos no han sido buenos en lo futbolístico y el aspecto físico sigue siendo un problema grave. Las lesiones se suman semana a semana, el efecto dominó nos ha diezmado en todas las líneas. No podemos olvidarnos de la baja del “Lolo”, el  mejor delantero aurinegro en el certamen, mal que le pese a muchos, y un jugador ideal para este tipo de partidos. Los números dicen que en 5 partidos hicimos 4 goles y nos hicieron 7, por lo que la probabilidad de hacer tres en un solo partido y no recibir ninguno es bastante remota.  Si a todo esto le agregamos que nuestra suerte depende de un equipo con el cual tuvimos serios inconvenientes y que ya está clasificado, diría que el panorama es desalentador.

En cambio, si nos decidimos a soñar y nos ponemos optimistas como naturalmente nuestra genética nos lo impone, podemos destacar: que Emelec baja sensiblemente su rendimiento al jugar de visitante (no gana ningún punto fuera de Ecuador en esta Libertadores 2013), que Vélez de local es siempre un rival difícil y la victoria, de conseguirla, lo posicionaría como uno de los mejores primeros, obteniendo así una ventaja deportiva importante a la hora de elegir su rival en la próxima fase. Que si no juegan los habituales titulares velezanos, los suplentes que entren van a tener la motivación que da un partido de Copa como “vidriera” (mismo caso que Iquique) para mostrarse tanto a su técnico Gareca, a su gente y al continente por la TV. Que ante Cerro Largo se vieron por momentos chispazos, esporádicos sí y a cuenta gotas, de buen fútbol, con mucho toque de pelota, circulación y llegadas por las bandas. Que Zambrana se acordó de por qué está jugando en Peñarol. Que Olivera sigue con el arco abierto. Que Raguso volvió a ser un poquito de lo que fue en el Apertura pasado, solo un poquito (si bien le falta más en la marca, más atención sobre todo) y solo por correr, meter e intentar llegar por afuera merece un lugar antes que Torres. Que si Zalayeta juega enchufado y tiene quien le siga el juego, puede desnivelar tranquilamente. Que si el Vasquito trata de jugar más fácil, simple del medio para atrás y vuelca toda esa energía en el desborde y el desmarque (como en el segundo gol ante Cerro Largo) del medio para adelante, se entiende porque estuvo en la selección de Tabárez.

Y por último, porque la gente no los va a dejar solos, vamos a estar ahí, como siempre, con la sangre caliente, con el corazón en la mano y el oído en la radio para escuchar qué pasa en Argentina, como una y mil veces antes. Nuestra parte está asegurada, la fiesta y el calor va estar, alentaremos en Montevideo y rezaremos en Buenos Aires. La noche de Copa es mañana, de ustedes jugadores -en parte- depende que sea mágica…

Marcelo Turbán

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