Comienza otro sueño. La ilusión se renueva, como todos los años, cada vez que Peñarol juega Copa Libertadores.

El destino del primer viaje es Quito, y como hace 7 años, Padre y Decano se hace presente en cada estadio donde juegue la gloriosa camiseta de Peñarol.

Partimos en la mañana del miércoles rumbo a Quito, haciendo escala en Lima. En el avión, como es costumbre, muchos hinchas de Peñarol que viajaron para acompañar al equipo: se esperan más de 100 hinchas aurinegros en el Estadio Rodrigo Paz Delgado. Nunca una hinchada desde Uruguay viajó en esa cantidad. Como siempre la hinchada de América marcando la diferencia.

El vuelo a Lima partió con unos 30 minutos de atraso por la niebla que había en el Aeropuerto de Carrasco y volamos durante 5 horas, acompañados del hermoso paisaje mientras cruzamos la cordillera de Los Andes. Lo anecdótico fue que viajamos con Agustín Canobbio, que viajó separado del plantel por problemas con su documentación.

En Lima esperamos otras 5 horas, almorzamos con todos los hinchas juntos y volamos otras 2 horas para llegar directo a la altura de Quito.

Alrededor de las 19 hs. aterrizamos en suelo ecuatoriano. Desde el Aeropuerto Mariscal Sucre nos fuimos para el hotel; por unos dólares tomamos primero un ómnibus y luego un taxi. La moneda local es el dólar americano y por lo que vimos los precios son muy similares a los de Montevideo.

Luego de instalarnos en el hotel salimos a dar una vuelta para cenar; tenemos la fortuna de tener a Nicolás de guía, un fanático de Peñarol que trabajó un tiempo en Quito y nos está ayudando con toda la logística del viaje. Para cenar nos llevó a la “Plaza Foch”, dónde hay muchas opciones de bares para comer y beber. Cenamos hamburguesas por 5 dólares y tomamos unas cervezas también, que en un bar cuestan alrededor de 8 dólares.


Ya finalizada la jornada, dejamos un saludo a todos esos amigos que mañana no pueden estar presentes pero que siempre que juega Peñarol acompañan al equipo.

Mañana es el día esperado, el debut en la copa y ya nos acostamos con eso en la cabeza, pensando una y otra vez en el partido, anhelando una victoria, soñando con llegar bien alto y lo único que se escucha dentro de nuestras cabezas es:

«Y dale alegría, alegría a mi corazón, la Copa Libertadores es mi obsesión…»