Trabajo y sudor, obrero, aguerrido, y siempre pensando en que se puede. Así es la filosofía de Diego Aguirre, así es la filosofía del Club Atlético Peñarol.

El decano del fútbol uruguayo volvió a consagrarse campeón uruguayo de la mano de Don Diego Vicente Aguirre Camblor, ídolo aurinegro que es un fiel reflejo de los valores de la institución.

La Fiera es parte de la historia gloriosa de Peñarol desde el 31 de octubre de 1987, cuando en el último segundo anotó el gol decisivo para obtener la quinta Copa Libertadores frente al América de Cali. Una jugada en la que parece fue tocado por la varita mágica, y es que el trofeo se iba para Colombia, todo lo indicaba, incluso los relatores hacían la cuenta regresiva para el final del partido. Sin embargo, antes de llegar al cero, apareció Diego para cambiar el rumbo de la historia.

Sin bajar los brazos, nunca, aunque el final esté cerca, aunque queden segundos. Siempre todo es posible llevando puesta la camiseta de Peñarol. La Libertadores de 1987 fue la última gran muestra de lo que es capaz el equipo de las once estrellas, un antes y un después. Nada se podía dar por perdido tras ese episodio, nada era imposible.

Aguirre finalizó su carrera como futbolista luego de jugar en diferentes equipos, pero uno siempre regresa donde es feliz, no importa cómo ni cuándo. Así fue como en 2003 tomó las riendas de la dirección técnica para, por primera vez, dirigir al equipo de sus amores.

Los contextos son los que hacen más importantes los logros de Diego en Peñarol. El carbonero venía de 3 años sin ser campeón uruguayo, en los que el tradicional rival había logrado el tricampeonato y apostaban de seguir de largo por lo que había sido sufrir el Quinquenio de Oro años anteriores. Dando vuelta la Tabla Anual en el segundo semestre del año y ganando el Torneo Clausura, Peñarol enfrentó y derrotó a Nacional en la final del Campeonato Uruguayo con el recordado gol de Bizera tras el disparo de Chilavert (figura del equipo) y así cortaba la ilusión del albo, volvía a gritar campeón y comenzaba el palmarés del mejor entrenador aurinegro del siglo.

Ya, aunque con pocos años en el puesto pero con otra carpeta en los hombres, Aguirre siguió su carrera en el exterior, tuvo un pasaje por Wanderers y también fue entrenador de la selección uruguaya juvenil. Mientras, Peñarol no lograba encontrar su versión de campeón, estando, por única vez en el Siglo, 7 temporadas seguidas sin ser campeón uruguayo.

En 2010 y luego de un Torneo Apertrua en el que Nacional se coronó campeón mientras que Peñarol quedó ubicado en la quinta posición, el elegido para dar vuelta la situación fue el hijo prodigio de la institución, Diego Aguirre. El resto es historia más que conocida, el aurinegro logró un Clausura para el recuerdo ganando 14 de 15 partidos e igualando el restante, siendo el récord de más puntos ganados en un torneo corto hasta la fecha de hoy (43 de 45 unidades), ganando la Tabla Anual luego de remontarle 10 puntos a su clásico y posteriormente, venció a Nacional en las finales para cortar la sequía de 7 años sin festejar y alzarse con otro uruguayo. Se repetía la fórmula, la Fiera retornaba a la institución después de una sequía de títulos y se lograba el objetivo venciendo al tradicional adversario en las finales. Un clásico.

En los siguientes 6 meses, Aguirre no dirigió. Mientras, el carbonero bajo las órdenes de Manuel Keosseian no dio la talla a nivel local ni internacional, cayendo en la Copa Sudamericana frente a Goias (equipo que descendió en ese año en Brasil). Rápidamente Peñarol volvió a contar con la Fiera pensando en el Clausura 2011 pero principalmente, en la Copa Libertadores.

El decano venía incluso de años que no clasificaba a la máxima competencia internacional, por lo que este certamen contaba con una gran expectativa tanto por los hinchas como por el continente. Fue la mejor Libertadores de un equipo uruguayo en el siglo, llegando a la final después de 24 años (última vez en 1987 ganada con su gol) luego de hacer un gran camino en el que por ejemplo de eliminó al Inter de Porto Alegre, vigente campeón  y volviendo a dejar el nombre de Peñarol entre los protagonistas del continente.

Es que hablar del 2011 es hablar de la gran ilusión que tiene el hincha de Peñarol, de lo más cerca que estuvimos de volver a ser lo que fuimos, los reyes de América. Luego de esa gran Copa, llegaron años y años de no estar a la altura internacionalmente, y de a poco se fue apagando esa ilusión.

La vida son momentos, son conexiones, y a veces por más que queramos, las mismas no se logran. Así fue que pasaron 12 años en los que, por diferentes razones, no se lograba concretar la vuelta del capitán al barco de su vida.

Hasta que, en noviembre de 2023, recién pasadas las últimas elecciones presidenciales del Club y luego de varios cambios de entrenador en el mismo año, se dio la tan ansiada vuelta: la fiera volvía, una vez más, y con esto la llama de la ilusión se volvió a encender en más de un hincha. La vuelta más esperada, la más importante desde el regreso del Nando en 1981, la que volvía a darle esa fe a un pueblo dormido.

Su retorno se concretó en plena definición del Campeonato Uruguayo 2023, con un equipo que venía en caída libre en todo sentido, futbolístico, físico y principalmente mental. En esta oportunidad no se logró revertir la situación y el aurinegro perdió el campeonato ante Liverpool. La confianza en el entrenador se mantuvo, comenzó el año, Diego pedía paciencia y era fiel a la idea de que con tiempo y trabajo, iba a generar un equipo que volviera a contagiar al hincha y que lograría cosas importantes.

Y así fue, el equipo arrasó en lo local y volvió a ser protagonista en América…

Peñarol ganó el Torneo Apertura de forma invicta (el último torneo ganado sin perder un partido había sido con Aguirre) ganando 13 de 15 partidos, se clasificó por primera vez en 8 ediciones disputadas a la final del Torneo Intermedio y ganó el Torneo Clausura habiendo perdido únicamente un encuentro. Con esto, ganó la Tabla Anual con un puntaje récord (93 puntos de 111 posibles) y se consagró campeón uruguayo sin disputar finales, primera vez que el decano lo logró con este formato del campeonato.

Por si fuera poco, internacionalmente Peñarol volvió a estar en boca de todos. Logró pasar la fase de grupos después de 13 años (la última vez había sido con Diego), avanzó los octavos venciendo a The Strongest, dejó afuera a Flamengo, el equipo más caro de la competencia, ganándole en el Maracaná y logró derrotar a los 2 finalistas de la edición, cayendo ante el campeón en las semifinales.

Hace 37 años que Diego es ídolo del Club por su gesta en Santiago de Chile y 37 años después sigue haciendo méritos para seguir siéndolo, y es que hablamos del referente multigeneracional más grande que tiene Peñarol, por ser pieza fundamental de logros importantes para el mirasol con varios años de diferencia. Para alguien de más de 50 años es ídolo por haber hecho el agónico gol, para uno de más de 30 por lo que fue el 2003, para los de 25 por el histórico 2010 y la final de la Libertadores y para uno más joven, por el presente.

Porque otra vez Aguirre volvió a meter a Peñarol donde y como se merece estar, arriba en el Uruguayo marcando una superioridad ante sus rivales y en la lucha por la Libertadores, la ilusión de cada hincha que solo él supo encender. Siempre con su misma fórmula, clásica. Incorporar jugadores de no tanto nombre, pero que tengan hambre de gloria, una solidez defensiva y hombres en la delantera para aprovechar las oportunidades que haya, después meter “pata y huevo” y pensar que todo siempre es posible.

Nunca hay que bajar los brazos, siempre trabajar mirando para adelante. No conformarse con nada hasta no lograr el objetivo, nada es imposible y Peñarol siempre es capaz de lograrlo. Esa es la mentalidad de la institución, esa es la mentalidad de Diego Aguirre, el dueño de nuestra ilusión.