Desde un tiempo a esta parte el Club Atlético Peñarol como institución ha salido en defensa del Decanato y la condición de padre fundador del fútbol uruguayo. Cansado de tanto agravio y tanta mentira, el club ha decidido no callar. Cada vez que personajes identificados con el tradicional rival salen a atacar nuestra institución, siempre se les responderá con la verdad para terminar con este circo de mentiras.

Aunque algunos medios compliquen las respuestas, nosotros no vamos a callar. El pasado 14 de agosto en el Diario El País en la sección Ecos (La voz del lector) publicó una carta o mensaje de Gustavo Vignali, que cuestiona y miente sobre la edad de fundación de nuestro club, fecha de fundación que no está en discusión; en la Asociación Uruguaya de Fútbol está la fecha para todos los interesados. El Diario publicó la carta de este hincha del tradicional rival sin importar el ataque a nuestro club.

Un gran socio de nuestra institución como es José Luis Prats formuló una respuesta al ver la carta. Hace varios días se envió al diario pero aún no se publicó. Seguimos esperando que la publiquen. Mientras tanto la publicamos en Padre y Decano:

Carta de José Luis Prats:

En la sección «La Voz del Lector» se publicó una carta del Sr. Gustavo Vignali, referida a lo que llama el «ansiado y largamente celebrado centenario» del Club Atlético Peñarol. Esta institución no tiene nada que ansiar ni celebrar al respecto, pues lo hizo en 1991 y por sus 120 años en el 2011 donde recalcó su calidad de Decano de nuestro fútbol. Su fundación en 1891 fue ratificada oficialmente por el Poder Ejecutivo y por la autoridad mayor de nuestro fútbol por ejemplo en sendas resoluciones del 13 de abril de 1914 y 4 de octubre de 1916, y muchas otras. A casi cien años de los acontecimientos, los mismos nunca fueron recurridos por las vías admitidas por nuestro derecho y es inviable hacerlo hoy. Dado el tiempo transcurrido, es total la improcedencia jurídica de un eventual recurso. En este aspecto, como también sobre las connotaciones históricas, éticas y sociológicas del tema han sido demoledoras (principalmente y sin mencionar otras) las conclusiones que desarrollan en excelentes trabajos el Prof. Luciano Álvarez (“La Transición de 1913 y la Cuestión del Decanato”, 2001) y recientemente con énfasis en lo jurídico el Esc. Daniel Quintana (“1891: La Fundación”, 2013), destruyendo totalmente los argumentos, de por sí pobres, esgrimidos por la tesis nacionalófila.

El escrito del Sr. Vignali adopta lo que emplean sus copartidarios -salvo honrosas excepciones como la del Dr. H. Navascués, siempre respetuoso-: se escuda en la ironía que bordea el agravio. En ese sentido, puede estar tranquilo el remitente, pues la AUF no tiene nada que enmendar, ya que como hemos dicho se pronunció en múltiples ocasiones, como inequívocamente el 17 de marzo de 1914, tomando nota, sin más, del cambio de nombre de CURCC por Club Atlético Peñarol.

Sin ironía y sin agravios, y en honor a la verdad histórica, señalo lo que al pasar y con  indisimulado orgullo se reitera una vez más equivocadamente: el autodenominado «1er. club criollo de América». Este es un error que por repetido se toma como verdad.

De acuerdo con las publicaciones periódicas oficiales de la Conmebol y las historias respectivas que pueden consultarse en Internet, existen cuatro instituciones futbolísticas en América que en la acepción dada por Nacional son de origen «criollo» y fueron creadas con antelación al 14 de mayo de 1899, presunta fecha de fundación del club albo (ya que no existe documento o acta que lo respalde, si bien desarrolló actividad desde 1900).

Esos clubes son:

Gimnasia y Esgrima La Plata (Argentina, 3 de junio de 1887); Santiago Wanderers de Valparaíso (decano del fútbol chileno, 15 de agosto de 1892); Oruro Royal (de Oruro, decano del fútbol boliviano, 26 de mayo de 1896); y Esporte Clube Vitoria de Salvador (Brasil, 13 de mayo de 1899). Las fechas de fundación son inequívocas y también la ascendencia «criolla» de sus fundadores, primeros dirigentes y defensores. Los cuatro son afiliados a la FIFA y compiten en sus respectivos campeonatos nacionales. O sea, que si algún organismo otorgó el carácter de «primer club criollo» al Club Nacional de Football, lo fue por desconocimiento, inadvertencia o error inducido.

Lo expuesto no implica de nuestra parte la preferencia por lo «no criollo» o lo “criollo”. Habría que ponerse de acuerdo sobre el alcance dado a la denominación «criollo», que según la Real Academia dícese del hijo o descendiente de europeos nacido en territorio de colonias españolas en América. Es más, nos resistimos a que se emplee esa condición con ánimo discriminatorio, como lo hace Nacional; y que es utilizada también para realzar su simbología, usando los colores artiguistas como sinónimo de identidad cuando su primer camiseta fue “azulgrana” –colores de los así fusionados Universitario y Montevideo -por lo que debió cambiar para competir en la Liga, optando por la blanca –de otro de los 4 que se fusionaron, el Defensa-, luego devenida en tradicional.

Como todo en nuestro país, las diversas vertientes de actividad se deben al aporte de colectividades de inmigrantes, que dejaron su sello en nuestras costumbres y nuestra cultura (españoles, italianos, franceses, portugueses, británicos, etc.). De hecho el fútbol es una creación inglesa, difundido por sus instituciones, en armonía con los sectores populares. Peñarol en particular fué fundado por 72 ingleses, 45 uruguayos y 1 alemán. Solo argumentos racionales y pruebas fidedignas son lo que sirve para aclarar las distintas posiciones. Ese es nuestro propósito.

José Luis Prats