Emérico Hirsch. Foto: pagina12

La llegada de Krisztian Vadocz para reforzar el mediocampo aurinegro (solo falta la revisión médica y posterior firma de contrato) fue el disparador de una nueva curiosidad: jugadores europeos en Peñarol.

Si bien el actual plantel ya cuenta con un jugador del Viejo Continente (Xisco, quien arribó a nuestro club para el segundo semestre del 2019), lo cierto es que desde 1971 no se veían jugadores europeos en el Decano (en aquella oportunidad fue Ilija Petkovic quien recalaría en Los Aromos).

En ese contexto, el mercado húngaro no parece muy conocido para el hincha de Peñarol. Sin embargo hay dos nombres que merecen ser recordados en la historia de la camiseta más gloriosa: Emérico Hirsch y Bela Guttman, técnicos de Peñarol en 1949 y 1962 respectivamente, años de gloria para nuestra institución.

Emérico Hirsch y La Máquina del 49

Solucionados los conflictos que provocaron la huelga de jugadores en 1948, los clubes volverían a la actividad. En Peñarol ya no estaba Galloway al frente del equipo (otro técnico extranjero), si no el húngaro Emérico Hirsch, quién ya conocía el ambiente del futbol rioplatense con basta experiencia dirigiendo a Gimnasia de La Plata, Rosario Central, Banfield, San Lorenzo, Cruzeiro y a «La Máquina» de River Plate, entre 1936 y 1938.

Con las credenciales que le otorgaban haber dirigido equipos que harían historia, Hirsch apuntaba a entrenamientos sumamente exigentes, con gran hincapie en la disciplina y un caracter especial.

Para el primer amistoso del año, Hirsch decidió incluir (aún ante la oposición de algunos dirigentes que consideraban debían jugar otros nombres) al Ñato Ghiggia en el equipo titular. De esa forma, se escuchaba por primera vez en la historia el quinteto ofensivo más famoso de aquellos años: Ghiggia – Hohberg – Míguez – Schiaffino – Vidal. El amistoso ante Sudamérica terminó con un aplastante 5-1, adelanto de lo que se vería en la temporada oficial.

Finalmente, el equipo del húngaro sería aplastante a lo largo de la temporada oficial: ganó 25 de los 27 los partidos que jugó y empató los dos restantes, coronándose campeón invicto del Torneo Competencia, de Honor y Uruguayo.

Se quedó con los tres clasicos del año: 3-1 por el Competencia, 2-0 en la Primera Rueda del Uruguayo, el día de la fuga, y 4-3, de atrás, por la Segunda Rueda.

Además, el húngaro dejaría armada la base de la ultima selección uruguaya que ganara la Copa del Mundo, y le regalaría a la historia del futbol uruguayo una de sus mejores equipos de todos los tiempos.

Bela Guttman y el Primer Quinquenio de Oro

En 1962 llegaría Bela Guttman para dirigir a Peñarol, potencia mundial de aquellos años, proveniente del Benfica de Portugal, con quién había logrado la Champions League en 1961.

Nuevamente se trataba de un nombre de jerarquía en el ambiente del fútbol, algo normal en el Peñarol de aquellos años, uno de los mejores equipos en la historia del fútbol mundial.

El húngaro llegó a Montevideo el 7 de julio, y un día después estaba dirigiendo su primer clásico en una instancia límite: semifinales de Copa Libertadores.

Ese día ganó Nacional 2-1, pero diez días después, Peñarol venció a su eterno rival 3-1 y forzó un tercer partido. Finalmente el encuentro terminó empatado 1-1 y Peñarol se llevó la clasificación en el primer cruce de la historia de la Libertadores entre Peñarol y Nacional.

Si bien se perdieron las finales de la Libertadores, todavía quedaba en pie la ilusión del Primer Quinquenio de la historia.

Guttman no finalizó la temporada, aparentemente por cuestiones de salud, sin embargo sí llegó a dirigir el clásico por la Primera Rueda del Uruguayo 1962. La despedida del famoso técnico europeo no pudo ser mejor, ya que se consiguió un aplastante triunfo ante Nacional por 4-1 que hacía ilusionar definitivamente a la mayoria del país con festejar su primer Quinquenio.

También adentro de la cancha…

Pese a que los mayores aportes a la historia de Peñarol los encontramos en directores técnicos, también hubo dos antecedentes de jugadores de Hungría vistiendo nuestra casaca.

El primero fue José Koreim, aunque de pasaje sumamente reducido en nuestro club, ya que solo jugó un partido amistoso en 1925.

El otro fue Jorge Bottyan, quien se coronó campeón Uruguayo en 1938, formando parte del Primer Tetracampeonato en la historia del fútbol uruguayo (1935, 1936, 1937 y 1938).

Pese a que su participacion en el Uruguayo también fue muy reducida (apenas jugó 3 partidos entre el 21 de agosto y el 4 de setiembre), al húngaro le alcanzó para ganar el único clásico que jugó: 3-1 por la Primera Rueda.

Escrita por: @PenarolPapa